La UNICEF y el Banco Mundial han informado a la comunidad internacional que los efectos del COVID 19 incrementarán la pobreza y la pobreza extrema de muchos niños y niñas en todo el mundo. Particularmente, dicho efecto será aún más agudo en aquellos menores que provienen de hogares en que sus progenitores o quienes asumen el deber de su cuidado tienen empleos de baja productividad o informales. La situación ya ha sido caótica durante este 2020, pero se prevé que sea aún peor el año siguiente.
En el Perú, los estudios indican que dicha pobreza monetaria con repercusión directa en niños, niñas y adolescentes aumentará de un 26,9 a un 39,9 por ciento, lo que se traduce en una angustiante cifra de 1.2 millones de menores de edad. Para llevarlo a dimensiones futbolísticas, veinticuatro veces la capacidad del estadio Nacional de Lima es el número de menores de edad que sufrirán las consecuencias de caer en la pobreza, con todo lo que eso incluye.
Cualquier ser humano que ha visto la pobreza de frente o, incluso, uno con un mínimo de empatía, podrá dimensionar que dicha realidad en el país adquiere tintes dramáticos. Un trabajo de años que una pandemia puede tirar por la borda en tan solo unos meses.
La Navidad es una festividad donde el foco se pone en ellos. Aquellos que ya son adultos y tienen hijos o sobrinos podrán corroborar que el verdadero sentido de estas fiestas son entregar el cariño y amor a ellos. Hacerlos felices, que disfruten y vivan con esa inocencia que los caracteriza una realidad idílica. Aquella donde un anciano vestido con un traje rojo maneja un trineo acarreado por renos y deposita sorpresas en algún escondite de los lugares donde habitan.
Para que esa realidad descrita pueda ser experimentada por ese porcentaje de menores de edad que hoy en día carecen de las condiciones económicas mínimas para vivir esta festividad como merecen, es que resulta indispensable el aporte tuyo, el de tus amigos y el de todos aquellos que pueden poner su grano de arena para convertir esos sueños en algo concreto. Todos los menores, independiente del lugar donde nacieron o del contexto en que se críen, merecen tener unas fiestas felices y ser “visitados” por ese viejo pascuero de barba y pelo blancos.
En un año tan difícil para todos, pero especialmente para ellos, quienes muchas veces no entienden el porqué ocurren estas pandemias mundiales y cómo es que un bicho nacido en otra parte del planeta pudo viajar y complicar su modo de vida habitual y el de sus cercanos, es que resulta indispensable pensar en el de al lado y reflexionar acerca de lo que me gustaría que otros hubiesen hecho si de niño careciese de las oportunidades que tienen otros.
¡Te invitamos a participar y Feliz Navidad!