Esta semana pudimos apreciar en un importante diario peruano una noticia que resulta preocupante. En una encuesta realizada por dicho periódico se puede apreciar que el número de ciudadanos que hoy en día desistirían de vacunarse aumentó de un 23% en agosto de 2020 a un 48% en enero de 2021.
De ser veraz la encuesta realizada y si hiciéramos el ejercicio de extender este marco de referencia a toda la población, tendríamos que casi la mitad de los peruanos no se vacunarían. Es una noticia alarmante porque si los movimientos anti vacunas siguen subiendo en popularidad tenemos el riesgo de seguir reproduciendo un virus que se ha llevado millones de vidas en todo el mundo.
Vacunarse o no vacunarse es una pregunta legítima, pero al momento de hacerla cada persona debería tomar en consideración que no es solo uno mismo quien está expuesto al riesgo de contagiarse, sino que lo que está en juego también es la posibilidad de contagiar a terceros. Puede un joven sano tomar la opción de no vacunarse, por el motivo que sea, pero si ese joven tiene un padre o un abuelo, lo contagia, y producto de ese contagio el familiar muere. En esos casos, la responsabilidad que recae sobre aquel que no se vacuna es evidentemente mayor.
Con el ejemplo de la vacunación queremos abordar otra virtud del ser humano que parece muchas veces desaparecer ante la obstinación de algunos, que es la empatía. Entender que todo lo que hago no solo tendrá una repercusión personal, sino que también afectará a terceros. Cuando una persona decide realizar el cambio de paradigma de dejar de pensar en uno mismo para pensar en el ser humano que tiene al lado, no solo genera empatía, sino que también tiene una capacidad de transformación social tremenda.
Es eso lo que buscamos en Agape Hands. Seres humanos comprometidos con ese cambio que debemos promover en la sociedad, que no tiene tintes políticos, uno que se basa única y exclusivamente en la empatía, en pensar que puedo llegar a tener una situación más privilegiada que otros y en base a eso debo accionar, debo pensar dónde se necesita mi ayuda y a quienes creo que es prioritario ayudar. Los que menos recursos tienen, los niños que son el futuro, los abuelos para que puedan pasar sus últimos años sin precariedades o las comunidades en su conjunto.
El ciclo de la vida es así y las sociedades lo han entendido de esa manera. Los jóvenes trabajan y aportan en la seguridad social para que los mayores reciban pensiones más dignas, los hijos colaboran con sus padres y los capacitados prestan su ayuda a los discapacitados. Con la vacuna es lo mismo y llegará el día en que los jóvenes sanos deban ponerse la jeringa, no por ellos, sino que por todos los que forman parte de la población de riesgo. En Agape Hands es lo mismo, buscamos que todos los sanos, con una situación económica que les permita brindar una ayuda por todos aquellos que lo necesitan, nos presten su apoyo en esta cruzada y logremos esos anhelados cambios sociales que el Perú y el mundo necesitan para vivir en un lugar mejor.